Esta entrada de firmas invitadas, ya ha sido publicada con anterioridad, pero he querido volverla a publicar ya que estamos en el mes de la Endometriosis. Además el testimonio de la autora tiene una doble visión del tema, ya que es paciente de endometriosis y embrióloga. Tengo el gran placer de contar con el testimonio en primera persona de una magnifica compañera de profesión y amiga. Os presento a Muriel Cuadros Vargas ,Embrióloga Clínica Senior, especialista en Fertilidad y Salud Hormonal, www.murielembryo.com
Sin más preámbulos os dejo con el testimonio de Muriel.
Dentro y fuera del laboratorio
«Soy Embrióloga Clínica desde hace casi 10 años, adoro mi trabajo, me encanta el laboratorio, el aprendizaje constante, me gusta todo lo que tiene que ver con la reproducción, pero me llevó bastante tiempo darme cuenta de la importancia de lo que ocurría fuera del laboratorio. Siempre pensé que haciendo el mejor trabajo posible les estaba ofreciendo lo mejor que tenía a mis pacientes, a pesar de que existiera esa distancia entre ellos y nosotros, que no supieran ni quiénes éramos ni qué hacíamos exactamente. Eso cambió cuando parte de mi trabajo pasó a ser la comunicación con los pacientes, entonces empecé a darme cuenta de la cantidad de dudas y miedos que les surgen, y de la necesidad que tienen de entender qué es lo que está pasando dentro de nuestro laboratorio, porque creen (y así es) que lo que ocurre ahí dentro es crucial para el éxito del tratamiento.
Años después de mucho contacto, bastante estudio y trabajar en la empatía (sí, se puede trabajar también), podía hacerme una idea del proceso por el que pasan los pacientes que se someten a un tratamiento de reproducción asistida. Sin duda, todo ese tiempo invertido en leer y estudiar sobre este proceso me ayudó a mejorar el trato con los pacientes y lo que yo podía ofrecerles como profesional. Lo que nunca pensé entonces es que ese aprendizaje y ese contacto directo me iban a ayudar a mí también en mi vida personal.
A los 32 años me diagnosticaron finalmente de endometriosis por la aparición de varios quistes en el ovario derecho. El dolor había pasado de ser controlable con pastillas a necesitar dos o tres días de inyecciones intramusculares para poder levantarme de la cama y hacer una vida “normal”. Los síntomas empeoraban a mucha velocidad, por lo que mi pareja y yo consultamos con mi ginecólogo sobre las diversas opciones que teníamos y decidimos intentar buscar un embarazo bastante antes de lo que, en principio, habíamos planeado. Meses sin éxito y un dolor insoportable cada mes nos llevó a dar el siguiente paso: hacer un ciclo de FIV con la intención de, además de conseguir un embarazo, tener algunos embriones congelados para el futuro y así poder operar la endometriosis con menos riesgos para mi fertilidad, si llegaba ese momento.
Éramos una pareja joven, de buen pronóstico y en las mejores manos posibles, creímos que el camino sería corto, pero la naturaleza tenía otros planes. De la primera punción conseguimos sólo dos transferencias, un negativo y un aborto temprano. Después de ese golpe tan duro tuve la suerte de encontrar personas en las que apoyarme, personas que habían pasado por la misma situación, que entendían lo que me estaba ocurriendo y que tenían experiencias con las que me sentía 100% identificada. Además, busqué inmediatamente ayuda psicológica y gracias a todo eso el camino cambió por completo. Segunda punción, primera transferencia, de nuevo un aborto temprano, de nuevo devastador, pero esta vez con unas herramientas y una red de apoyo que hicieron que la recuperación fuera totalmente diferente. Estas herramientas no eliminan la enorme cantidad de tristeza, pero sí consigues gestionarla mejor.
Hay varias cosas que he
aprendido en este camino:
– Por más que estudias sobre algo, por más que intentas empatizar, es imposible
imaginar el sufrimiento que puede llegar a suponer pasar por un tratamiento
cuando no lo has vivido.
– El apoyo psicológico es fundamental en el proceso. Es necesario que empecemos
a tomar en cuenta la salud psicológica como parte del éxito del tratamiento
porque tanto si logramos nuestro objetivo principal como si no, será necesario
estar en las mejores condiciones físicas y psicológicas para enfrentar ambas
situaciones.
– Las redes de apoyo pueden ser una gran herramienta para mejorar la
experiencia de los pacientes que pasan por un tratamiento de reproducción
asistida. Tienen sus riesgos también, pero con la orientación profesional
adecuada, son una herramienta valiosísima.
– Vivimos en un momento en el que la información está en todas partes,
totalmente fuera de nuestro control, por lo que es conveniente aprender a
comunicar esa información para alejar a los pacientes de la información sesgada
o no especializada.
– Estar en buenas manos, o más bien, saber que estás en buenas manos, es otro
aspecto fundamental. En todo el proceso, nunca tuvimos que plantearnos si hubo
algo que se podía haber hecho mejor. Eso no significa que siempre se acierte o
que siempre se consiga, pero al menos tienes la seguridad de que todo el equipo
hizo lo mejor que se podía hacer en cada momento, y ojalá todos los pacientes
pudieran tener una vivencia similar. Errores de comunicación con los pacientes
o de coordinación dentro del equipo, nos pueden hacer perder su confianza, aunque
los procedimientos que hayamos realizado sean los mejores.
Este camino que me tocó recorrer ha sido una experiencia personal y profesional muy dura, pero también ha sido un proceso de aprendizaje enorme.
En esa segunda punción mi recuperación fue muy buena por lo que yo misma pude realizar la microinyección de la mitad de mis óvulos, uno de esos embriones resultantes es el que finalmente nos ha acompañado más tiempo y aquí estamos ahora mismo, a punto de cumplir 37 semanas de embarazo, deseando que llegue el día que tanto hemos estado esperando».
Mil gracias Muriel. Sólo deciros que el pasado 8 de diciembre el nene ya cumplió dos años ¡Felicidades familia!
Victoria